Zorian Ramírez Espinoza
Zorian Ramírez Espinoza (Caracas, 1996) es licenciado en artes mención música, por la Universidad Arturo Michelena y contrabajista de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas. Ha sido finalista y ha recibido menciones honoríficas en diversos certámenes de poesía, como el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas y el V Certamen de Poesía Venezolana «Ecos de la Luz» y la 2da edición del Concurso Internacional de Poesía Bruno Corona Petit. Su trabajo académico sobre las escuelas de contrabajo en Venezuela fue publicado en 2022. Ese mismo año lanzó la plaquette de poesía Memoria Derramada en España. Participa en varias antologías nacionales e internacionales (Perú, Puerto Rico, México, España) y sus textos abarcan diarios, crónica, poesía y crítica literaria. Organizó un diálogo entre poesía y video en 2022, es cocreador del taller de escritura experimental «El objeto y la memoria». En julio del 2024 organizó “Cuchara, cuchillo y tenedor [deseo y disidencias] encuentro de creadorxs venezolanxs en torno a lo erótico”. Sus intereses incluyen artes visuales,
literatura, psicoanálisis y música.
La herida es una suerte de penetración. Yo me penetré, me conocí.*
Preámbulo: he decidido compartir estos textos porque anterior a ellos escribía un proyecto de libro en una noche a 34 grados celsius. Era tanto el calor que me desnudé, al hacerlo, la relación con el mundo trajo consigo una serie de respuestas. Al parecer, yo estaba preparado para conquistar, para coger lo que no era mío. Me sentí temerario y quise hacer daño, vengarme. Quería pisotear al otro u otros por desestimarme. Me sentí por un instante como el asesino de Lennon o la lesbiana que le disparó a Warhol. Odiaba y amaba al mismo tiempo, deseaba imposibles: Apuñalar con furia y luego inmediatamente ser abrazado en un acto de amor. Sobre estas ideas despliego una secuencias de días en negativo.
Lunes: visito una feria literaria. Reviso los estantes, ojeo algunos libros de poesía. Recorro el lugar, observo el mundillo de los escritores: una sala con capacidad para cincuenta personas con seis espectadores (seguramente sus familiares o amigos cercanos). Hablan de la voz, de madurez, al parecer el libro que presentan ha ganado un premio.
Siento desprecio por todo lo narrado anteriormente. Aprieto mis manos llenas de odio hacia mis cercanos (esos seres que nos leen con una lástima disfrazada de aprecio) no has escrito tres palabras cuando ya están aplaudiendo. A veces, creo que los poetas y su séquito están bajo un efecto alucinógeno. En cambio, yo vivo con el duende, este a su vez es mago y me dice que allí no es.
Quiero publicar mis palabras y sentarme con el lector a observar su desaprobación.
(Un poeta me dice que hay que pensar en el tipo de lector que queremos. Pienso en Alejandro Magno, Alicia, el señor Scrooge, Sapo y Sepo, Shatzy Shell, Leonor Armundeloy)
Nadie que sea tu amigo, puede ser tu lector, un lector es un enemigo. Cómo puede llevarse uno bien con alguien que te mira fijamente y hace marcas en tu cuerpo, que dobla, altera tu superficie y al principio de ti, escribe su nombre.
Martes:
Asisto a la desaparición
del yo
Oculto vascular
sobre derroteros
Férreas convicciones atañen
a las infinitas posibilidades
del cambio
Creíste que la pérdida
era algo hermoso
y no es más que…
Un exceso de presente
Vuelves ahora sobre la semana
para erguirte
desprovisto
Sobre los promontorios
sombríos del día
Miércoles: tarde he visto desear al deseo y temprano le di mis ojos. No sé el punto, ni cuál el órgano fijado en la escritura. Creo escribir con los riñones y el circular veloz de la sangre. Se detiene el discurso y pienso que es porque he dicho “riñón” y detrás de esta palabra viene la “diálisis”… Yo solo digo… que tiene miedo por…
Jueves:
… quiero que me abrace fuerte, que me rodee, quiero conocerme. He florecido en el borde de otros labios, es temprano y he dado a los campos lluvia de oro para que haga germinar una insistencia silenciosa en donde la noche, derrame su blanco tras los gemidos. La sangre sabe, el corazón sabe que…
Viernes:
, el jueves hablé del miércoles y pues, estuvo rico mientras duró. Nos vemos en la calle y disimula que no me ha visto hasta que, la siguiente semana vuelva al encadenamiento continuo donde el odio, sea apaciguable con otras pasiones (…) Hacen treinta grados celsius esta mañana, el andar de los días me irrita el pubis que sufre a causa del efecto invernadero (…) a veces, cuando pienso en la desertificación siento un fuego llamar a otro, así sucesivamente…
Sábado: lloré a lontananzas, fue ficción este duelo… yo anhelaba mostrarme y que me creyeran… solo el fingimiento me dio paz, gracias a eso me desfiguré hasta encontrar múltiples formas de mirarme (…) He guardado la sed aquí, en esta presentación tratable que me permite reinsertarme en estos días que se parecen a todas las noches de mi nacimiento…
Domingo: Intento cerrar la herida pero diseccionar un organismo vivo acarrea peligrosas consecuencias, sobre todo si no se usa anestesia.
Antaño tuve fascinación por lo escópico y Vallejo decía que confiara en el anteojo y en mí solo en mí solo.
Desdigo al maestro y a las ranas del laboratorio que hacen de pequeños duendes con lenguas muy largas.
Los poetas son moscas
La poesía
lengua de ranas
*La frase es Ida Gramcko de su libro «Samotracia» publicado por la editorial Tuqueque en Venezuela.