Peter Anderson Oropeza Ortiz
Peter Anderson Oropeza Ortiz nació en la ciudad de Los Teques (Venezuela), en 1989. Es Abogado por la Universidad José María Vargas. Fotógrafo con estudios avanzados en Técnicas y Artes Fotográficas de la Universidad Monteávila y AVECOFA. Diseñador gráfico, director audiovisual y músico con múltiples premios internacionales, incluyendo dos premios Pepsi Music Venezuela con Jahazielband. Actualmente se desempeña como director creativo de marketing estratégico.
IMPOSIBLE DE TRAGAR
Siento llegar a estos espacios
la oquedad de tus pisadas mojadas
un poco frías
rotas
mientras pasas
se va extendiendo
una nostalgia infinita
imposible de tragar
como el chimó
respiro la fantasía de tu presencia
y me dejo afectar por ella,
una jalea negra de cenizas
que disuelve mis recuerdos,
que usurpa la precisión de mis memorias
tu ausencia
llegó a convertirse
en una suerte de presencia
una soledad insistente
que no me deja estar solo
que no me deja escupirte
de mi dolor.
AFERRADO A LA INCERTIDUMBRE
a Yolanda
Ese desgastado nombre
hecho de recelosos reflejos
odioso, inquiriente, despiadado
evocador de recuerdos desconocidos,
la sórdida angustia de mis cosas
que me ven llorando
que me van perdiendo
que me ven perdiéndome,
la fugaz mentira de mi presencia
que no entiende
mientras se ase con fuerza
de esas voces que ya casi olvido,
tercamente encontradas
siempre pérdidas
han venido a buscarme
ellos son, a nuestro pesar
están, más de lo que estoy,
déjame salir a la noche
a buscarme en las carencias
en sus espacios llenos de extravío
me voy
aferrado a la incertidumbre
de las mañana tibias que he omitido
que yo mismo me he robado,
a la frustración de no entenderte,
desconocerte
mientras me diluyo,
cuando no te recuerdo
ni te he olvidado.
TODOS NUESTROS MUERTOS
Hay una planicie que se extiende
detrás de todas las procesiones inútiles
un mármol impasible y condenado
que solo mira al firmamento.
Hay un cortejo de sonrisas miserables
que no alcanzan para nada
y el sol del tiempo
permanece detenido
en silencio.
Todos de negro,
menos las flores
y la hierba
y los pájaros
y el cielo,
todos los cenotafios son negros
si caminan,
y los ángeles de sal blancos
con moho.
La sal vuelve a la tierra
tiñéndola apenas
del color de las partidas,
impregnándola
del sabor amargo del remordimiento.
La reciben un coro de recuerdos
tan inevitables como estériles,
parásitos que habitan en la pérdida
profanando su reposo.
Indolente, no se mueve nuestro sol,
quema todos los suspiros desterrados
donde yace una eternidad insondable
que se viste de ofrenda,
de martirio y expiación.
Solo queda esta piedra caliza,
este infinito vacío
de nuestra inmutable lejanía
donde estamos
irremediablemente solos
donde somos
todos nuestros muertos.
MI HERENCIA
Tu ingenuidad
es un mal heredado
que me obliga a escribir todos los días,
que me afecta la visión
cubriendo de esperanzas
cada engaño
una bondad
que me agujerea los bolsillos
para no guardarme nada,
que me anestesia
la memoria
para no rendirme
coaccionándome a esperarte
cuando se que ya te has ido
cuando se
desde hace un tiempo
que habitamos la distancia.
INDÍCIOS
He ahondado en tu silencio
ávido de señales
indícios
que te encarnen como una certeza
en medio de la duda.
TE PERSIGO,
secuestrado de esperanzas despiadadas
que me cosen al espíritu
libertades imposibles
persisto en acercame,
aunque elevarse requiera
deshacerme incluso del peso
de mi propia vida
te alcanzo,
creyendo ingenuamente poseerte
cuando eres tú quien no ha cesado
de buscarme.
JAURÍAS
Aguardo entumecido,
tras ese sutil murmullo de hojarascas
que se deslizan
imitando a un carroñero
de esos que atraen al ocaso,
le rezan a la muerte
e invocan
todas tus jaurías
de recuerdos.
LA DUDA
Comienzo a dudar
y mi cielo herido
se va manchando de zamuros
embelesado
en la danza hipnótica
de sus alas negras
(giran
y giran)
no me doy cuenta
lo rápido que se pudren
las convicciones,
lo breve que es el miedo
cuando consume
la esperanza,
ignoro
que me he dejado abandonado
en cualquier cuneta
para ser carroña.