Óscar Preciado
Óscar Preciado (Colombia 1996) artista polifacético por vocación e informático de profesión, ha publicado anteriormente dos poemarios, inmersos en desarrollos literarios distintos, por la profundidad del uso del lenguaje pero cercanos en la base inspiracional que deriva de la expresión de las circunstancias transitadas. Por el momento tiene, entre otros proyectos artísticos, en curso su tercera publicación, Colaterales, una obra que deja huella no sólo por la estructura gramatical sino también por su búsqueda de representar algo más, una aportación literaria. Puedes encontrarlo en las redes sociales como Xscriptor.
Muestra de Colaterales:
Te sucedía una intensidad
de longitudes absurdas,
amoldada a todos y cada uno de tus abismos,
como si la suma de recorridos
llenase de aire el espacio
en el que más tarde
la liquidez de su fruto se fusionaría.
Muestras de cielos de alquitrán:
Tiro de gracia
Eres mi ruleta rusa,
el arma que me volaría los sesos…
o la bala que redimiría mi existencia.
Extravío
Dolerá lo que tenga que doler
arrancarse de la piel
eso a lo que fugazmente se pertenece
y se sentirá levemente,
pero recalcitrante,
un alfiler punzante
fertilizando la piel
para que alguien más habite
lo que perdimos en el ayer.
Entonces vendrá la soledad
y con ella aprenderé
que no sólo las rosas marchitan,
lo que late en nosotros también.
Muestras de cielos de Primavera en el desierto:
122
Lo eterno marchita
y lo efímero marca nuestras memorias.
45
A cuatro horas de un beso
me percaté de que llevo media vida escapándome
con los cigarrillos y el whisky
perforándome el pulmón y las entrañas,
pero también
me he percatado de que más entrañables son tus labios
que sin violencia transgreden mi cuello
y me invitan a quedarme
en un continente que desconozco
en una canción que apenas percibo,
en un sofá a media noche,
en el sexo junto a la ventana,
en tu piel escurriendo sobre el parquet,
en la caricia a medias
que poco a poco va transformándose
en algo de lo que no sabremos saciarnos,
en la manzanilla de las tres,
en el ocaso a las nueve de la tarde,
en un cielo al que parece no faltarle ni una sola estrella
en tu suspiro cuando un pensamiento te traspasa,
en tu voz que me alivia hasta en los sueños,
en tus ojos que sutilmente me devuelven el aliento.