Mariana Finochietto

Mariana Finochietto nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1971. Actualmente vive en City Bell.
Publicó:
Cuadernos de la breve ceguera (2014); La hija del pescador (2016); Piedras de colores (2018); El orden del agua (2019); Madura(2021); Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de tu coche(2023); Patio(2024); Quiero sacar la cabeza por la ventanilla de tu coche, Poesía reunida (2024)
Coordina Microversos, talleres de exploración literaria .
confesión
No es la pasión,
no es la debida rendición a la tragedia
ni el tejido esforzado y minucioso
de tu voz
atravesando los teléfonos.
Es la lluvia que dejo
sobre los hibiscos,
los perros
abriendo caminos en el pasto,
mis hijos despertando a la mañana.
fundación
Para estas cosas
escribo:
para la lluvia que cae,
sin más certezas
que el peso feliz de su materia,
y para el pasto que aguarda,
con una sed antigua,
el milagro
del agua
y para el hombre
que miré hace días,
hermoso
en su tristeza.
Esas cosas
que mi memoria
pierde
entre los huecos de la tarde:
el olor del pan
y el pelo
de mi hija peinándose al sol.
Escribo
para que el lenguaje
me muerda
y me despierte,
para saber si estoy soñando,
para confirmar
que no estoy muerta.
sauce
Sentada en el patio miré caer las hojas,
enrolladitos
bichos con frío.
Puedo decir que son mis favoritas,
parecen plumas que sostiene una rama
hasta que las suelta al viento.
Siempre las amé.
En mi frente tuve coronas de alma verde
cuando trenzar era oficio de tardes de verano.
Es un árbol que no sabe de excesos.
Cae, desde sí mismo,
como si cediera ante asuntos más serios:
la curiosidad,
la atmósfera.
hilar
La noche
me desteje.
En hebras me bordo en flores,
hojas azules,
árboles de sombras lentas.
Bordo
pájaros en mi frente,
bordo
las ramitas quebradas por las bestias.
Me hundo
suave en la espesura,
mi cuerpo se hace follaje:
soy la que recorre
la selva por primera vez.
intimidad
Algunas tardes
se inclina sobre mis dalias,
toma algún brote pequeño, lo sostiene
como si descubriera
un secreto en la flor,
algún misterio atrapado en el pasto.
Es sencillo quererlo
cuando ando en el patio apurando el oficio
y lo veo,
rodilla en tierra,
acariciando a solas mi corazón de jardinera.
olvidos
El verano sucede de repente
cuando aún
huele a primavera
y el verde se adormece bajo el sauce.
Te das cuenta
después
de que los seres pequeños lo anunciaron
y no estabas atenta.
Son tan tenues las cosas con que el mundo
nos advierte el movimiento en el que vamos,
toda la tierra y todos en un ciclo constante
entre la belleza y la degradación.
Tan sutil el lenguaje
que hemos perdido el suave don de pronunciarlo
la calma
La soledad
tiene otra dimensión,
construye otros espacios.
Aquí una silla, aquí el sillón,
el mate repitiéndose, repitiéndose.
El libro queda abierto sobre la mesa.
Es poderosa la ventana, el sauce y su silencio.
Los pájaros atan el lazo azul de la mañana
mientras yo pienso mis respuestas
sin que nadie me pregunte.
El tiempo a solas
siempre sucede
despacio.
la escribiente
Ella me muestra
galerías
bajo el árbol inmenso que da sombra.
Hilos de luz,
suaves helechos,
lazos de amor de lánguidas hojitas,
esas plantas
de sustancia generosa
crecen en la penumbra.
La imagino de pie
en la frescura
mientras riega y piensa poemas
y se encierra a escribir
y su ventana
le enseña de lo oscuro y su silencio.
