Irene Carrasco

Nací en Cádiz (España), un 28 de diciembre de 1983.
Gestora de aprovisionamiento para empresas nacionales referentes en el sector aeronáutico.
Escribo desde que tengo uso de razón. Altamente sensible. Mis decisiones, esas que ya no se entienden, pudieron llevarme a dedicarme profesionalmente a las letras.
Tras el nacimiento de mi hija Carmen, diagnosticada con fisura labiopalatina, comienzo a escribir más en lo público, con la finalidad de ayudar a otras familias en la misma situación.
Renuncié a mi desarrollo profesional dos veces para maternar a mis hijas. Entre tanto, emprendí, y durante dos años, escribí para otras mujeres empresarias.
Formada como copywriter y correctora profesional de manuscritos, descubro en la prosa poética una forma de abrirme en canal que me aleja del mundo emocionalmente todo lo que físicamente no puedo.
La debilidad del sistema que sujeta a las madres, la brecha salarial, la falta de conciliación, marcan un antes y un después para mí, haciéndome vivir el feminismo de una forma más enérgica, convirtiéndolo, definitivamente, en mi lucha, y en la esencia de mi poesía.
He colaborado con revistas digitales como “The Blank Letter” y “Palabra que dormía”.
“Pepa”, un relato corto, fue premiado como relato del mes de octubre de 2024 por la plataforma Creators.
El 13 de diciembre de 2024 salió a la luz mi primer poemario “Tres poemas para un domingo cualquiera” gracias a la confianza de editorial Cuadranta.
En la marea
Tres poemas para un domingo cualquiera
Quiero quedarme a vivir en el mar,
para toda la vida
para toda la muerte.
Convertirme en la arena mojada del fondo,
mezclarme con la corriente
bailar con las olas.
Que la marea me lleve a la orilla
respirar las risas un momento
y volver.
Quiero escuchar cómo cae la lluvia
desde ahí abajo
el rugido de la tormenta ensordecido.
Que los peces me hagan
cosquillas en los pies.
Ser el reposo de las aves un rato.
Quiero estar, permanecer.
Quiero quedarme a vivir en el mar
para seguir siendo siempre
y abrazar sin descanso
el cuerpo anciano de mis hijas.
Mi tesoro
Poema inédito (formará parte de mi próximo poemario)
Tesoro devuelto del cielo,
flamante deshielo encontrado.
Mi hiel, mi primavera
mi Sol.
Clavada quedaras
si yo quisiera
antes que al mundo darte
en mi vientre.
Serena,
antes que al mundo fueras,
calada, quieta.
Donde yo te poseyera
donde mi tacto llegaba
casi a tu oreja.
Calada, quieta.
Sentirte, dolerme
mimarte por siempre.
Antes de que al mundo fueras
donde no te persigo,
no te sigo,
donde volar se te antoja,
y me arraigo sola.
Paciente aguardo
tu vuelo vigilo,
tu vuelo acompaño
desde el suelo.
Las plantas
poema inédito (formará parte de mi próximo poemario)
A las plantas hay que entenderlas
dice.
Hay que saberlas.
A las plantas hay que regarlas,
dice.
Hablarles,
que se sientan bonitas con tu murmullo.
Como a las personas,
me digo yo,
que al aliento de las palabras queridas
crecen centímetros sobre el suelo
sobre los hombros.
La cabeza firme,
la barbilla más alta,
la sonrisa más fuerte.
A las personas hay que abrazarlas,
me digo yo,
como el riego que el tallo nutre.
Hay que alumbrarlas,
como el Sol a la hoja,
fotosíntesis en un bucle que no acaba.
La raíz, a oscuras arropada,
con cada pálpito más grande.
A las plantas hay que entenderlas,
me dice,
hay que saberlas,
como me sabe a mí,
él mismo.
Salitre
Tres poemas para un domingo cualquiera
Soy salitre.
Soy la espuma que se enreda
en las olas.
Soy el viento que las mece,
las trae y las lleva
las acompaña hasta la orilla.
Soy salada
como el mar de fondo.
Rabio,
como cuando ruge al romper en la roca.
Soy salitre.
Volver
Tres poemas para un domingo cualquiera
Volver,
a los pedazos que fui,
al puzzle que armé sin boceto que seguir.
No hay más que ver las piezas,
Superpuestas.
No encajan ni de coña.
Pero volver.
Volver a las ganas de huir de mí,
aún después de haberlo hecho esta misma mañana.
El perfume a ráfagas,
traen recuerdos que vibran,
me alcanzan.
Y se van, de pronto,
por más que los sujeto.
Y quiero volver,
sabiendo que había lágrimas que secar todavía,
cajones abiertos llenos de enredos.
Volver a lo que fui,
a escuchar una risa sin motivo.
A verme tambalear entre lo que debería y no,
a quedarme con las ganas de nada.
A bailar, a correr, a leer.
A empezar la botella de vino
y acabarla en la misma noche.
La brisa se quejaba entre las cortinas,
las zarandeaba
mientras divagaba entre siestas cortas
y sueños despierta.
Volver a eso,
sin que se fuera entre mis dedos
y tan solo queden recuerdos.