Espiral
Araceli Gutiérrez Olivares
ESPIRAL
DE ARACELI GUTIÉRREZ OLIVARES
Si digo Suecia, lo primero que se viene a nuestra mente es verde, bosque, silencio, frío y nieve. Si digo México, por el contrario, la primera imagen que se manifiesta en nuestra mente es calor, ancestros, ruido, humedad, abundancia, selva. ¿Alguna vez habíais llegado a pensar que la voz dulce de una mujer fuerte que habla de ancestros y raíces pudiera en una sola obra, asumir la pulpa de dos mundos aparentemente antagónicos? Pues existe, se llama Araceli Gutiérrez Olivares y esto sucede en su nuevo poemario Espiral (Palabra que dormía, 2025).
Al igual que la poeta Elsa Cross, también originaria de México e influencia de la autora, decía en una entrevista allá por el 1996, no solo que a ella le resultaba muy difícil separar la naturaleza de su poesía, sino también le resultaba imposible separar lo externo de lo interno, lo sagrado espiritual prehispánico del mundo físico que la rodeaba. Así, Araceli Gutiérrez sienta estas mismas bases en Espiral cuando da lugar a la poderosa unión de dos universos preñados de naturaleza que se expanden entre versos derramados y narrativa, relato breve y sencillez sin artificio; bosque y glaciar como parte de las semblanzas de Camila y Alejandro, los guías conductores de esta singular andanza.
De este modo, asistimos a un poemario que es en sí mismo una espiral en ascenso o un abrazo suave de viento frío proveniente de distintas geografías europeas. Entre estos mapas distantes se perpetúa la reminiscencia del antiguo amor de los dos protagonistas de Espiral.
Dividido en seis capítulos que confían en la destreza y la memoria de sus figuras poéticas, el poemario se adentra en los diálogos internos que sostienen entre ellos. En primer lugar, los labios de Camila recorren a través de los recuerdos de facultad y del ideal de amor, el cuerpo del objeto amado y lo que invocarle le provoca. Alejandro, ese objeto amado y que también ama, lleva al lector, posteriormente, a la otra perspectiva de la voz ardiente y poética de Espiral. Contradicciones y esperanzas se baten en duelo al inicio de este maravilloso poemario.
Sin embargo, no es tan relevante lo que piensan los protagonistas, sino cómo lo piensan. A través de sus sensaciones y las texturas de los versos de la autora, estas dos voces poéticas, unidas por el destino la una a la otra, van dando lugar a ramas de ternura y sueños conjuntos, algo que la escritora ya describe en su poema Converge el todo. Comprobamos como incluso en geografías diferentes, ambos amantes meditativos son devorados por el mismo instinto de encontrarse: «A veces los sueños me generan respuestas, y el que tuve anoche lo hizo: el tercer encuentro será irracional, hielo ígneo».
En este tipo de poesía que crece como un torbellino de evocadora belleza para finalmente abarcarlo todo, la historia de Alejandro y Camila va y viene dentro del diálogo interno que crea el poemario. Nosotros, los lectores, nos quedamos a vivir en ella desde el primer minuto. Complacemos a nuestro animal salvaje con el fulgor de un amor que se nutre del suspense y la urgencia: «En los matices intuyo / tu andar / viento rojo / lapsos / tormenta de arena / Mirada de hielo ígneo / interior lumbre».El tiempo circular que a veces pesa, nos adentra hacia un lenguaje que vive a caballo entre lo desconocido de los paisajes nórdicos y los olores que manifiestan una naturaleza latina:
ESENCIA de pirul
impregna mi cuerpo
en la oscuridad me entrego
a tus brazos
olor a bosque.
Espiral aboga, sin duda, por la creación de un vocabulario homogéneo que se va expandiendo y se retrae a sus anchas, cual remolino de palabras que al final se calman y se encuentran. No hay cabida para la convención y el acuerdo silencioso del falso enamoramiento. La poesía de Araceli sugiere y corta como glaciar poderoso hacia la verdad más directa.
A mí el desorden me delata:
ropa regada que ya no me pondré,
papeles apilados de cartas que nunca leerás
Vasos medio vacíos por la sed de tu recuerdo.
Habitantes de la libertad y del reencuentro —entregamos la mirada. / Ya era tarde / todo ardía—, y de revivir juntos todo un recorrido helicoidal de pulsión sostenida, los oxímoros y los elementos como el viento, la lluvia o los mejunjes, acunan todo el simbolismo sensual e íntimo de la poeta en una némesis amable de caída y placer: «Somos un caos ordenado en vuelo». «El destino es un ala de golondrina / la otra es el deseo. / Las coincidencias son el viento».
Espiral, ya se puede a estas alturas atisbar, se saborea con los cinco sentidos. La sangre de los protagonistas se transforma en magma derramado por el puro deleite de compartir. La amistad se gesta primero a través conversaciones literarias que dan paso a confesiones entre velas y mantita, bosques y mieles. Una poesía que solo se comprende en su abstracción más sensorial y con los ojos cerrados. La narración que vierte su energía hacia el final, va poco a poco, otorgando de sacralidad a la sensualidad. Un hieratismo erótico aparece con lentitud para despertar una especie de sexto sentido: el sentido dormido del asombro ante el amado.
Lenguaje que refulge, de frases cortas y directas —Despacio el gajo / de los dedos / a la boca / dientes muerden suave / estalla / elixir—, punzadas de necesidad de realizar la ansiedad que se provocan mutuamente los amantes. La escritura en cascada, con espacios blancos que llaman al silencio, permiten la pausa en cada verso, hacen al lector detenerse en cada línea. Un estilo diferente que no se anquilosa en aceitosas reflexiones sobre el amor. Espiral es una historia que fluye dentro y fuera de sí misma con paisajes claros acordes al lenguaje, que a su vez se fracciona y se une con la admiración individual que se profesan Alejandro y Camila.
Por tanto, no se puede difamar sobre la mixtura de Araceli Gutiérrez en Espiral, sino exaltar como las conversaciones reflexivas la hacen más cercana, si cabe, en su recorrido. Poemas y diálogos insinúan lo mismo cuando llegamos al final del poemario: si el amor no puede realizarse, si el amor no puede crecer desde el principio, lo que germinará será un deseo, una idea. Se forjará una relación distinta de amistad con licencias, de secretos pensamientos, de lugares antiguos que desarrollan espacios para la fantasía más humana.
En Espiral, si el amor, como hielo ígneo, quema y agita, mas no se perpetra, da paso a un compromiso silente de dos cuerpos que están condenados a buscarse entre tiempo y espacio, palabras y acuerdos. Lo mismo que con certeza el lector acaba sintiendo hacia la poesía de Araceli Gutiérrez: un compromiso inevitable de volver a sus páginas, de encontrarse en ellas de una forma u otra, de existir naturalmente entre su cosmogonía.
Diana Forte (1990) Nacida en Murcia, tierra de vinos y limones, es licenciada en Filología Hispánica y correctora profesional. Escritora ferviente desde que tenía diez años. La poesía es el Leitmotiv de su vida.