Erick Ramos

Erick Ramos (Lima 1982). Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y se doctoró en la de Hamburgo, Alemania. Ha publicado reseñas, artículos y poemas en revistas como Iberoromania, Revista Iberoamericana, Estación Poesía, Luvina, Baquiana, La Colmena y Pie de Página. Ha sido investigador, docente y ponente sobre literatura y violencia en Perú, Brasil y Alemania. Actualmente, trabaja como docente de Español y Literatura Hispanoamericana.
Fue antologado en TRÁNSITO DE FUEGO. ANTOLOGÍA DE POESÍA JOVEN LATINOAMERICANA (2009), y ha publicado los siguientes títulos de poesía: LENGUA DE CIEGO (2013), ELOGIO DEL PÁJARO LIRA (2017), NOTAS SOBRE LA MUERTE EN A LOVE SUPREME DE JOHN COLTRANE (2022), APROXIMACIONES AL FERROCARRIL EN BUSTER KEATON (2022), AMOREMAS (2023), LAS COSAS POR SU NOMBRE (2023), NINGÚN PÁJARO SOBREVUELA UN PUERTO MUERTO (2024), SATURNO EN TIERRA (2025) y CONCIERTO PARA SOLO (2025). En crítica literaria: LA LÁMPARA DE GOYA (2025), y en novela: INFORME BAJO TIERRA (2016), A LA ORILLA DEL MAR REMOTO (2025) y la tetralogía de DOGUERLANDIA (2025).
Ha sido Becario del DAAD (2012-2016); con esta subvención, llevó a cabo una investigación doctoral sobre el testimonio de violencia política en Perú, Guatemala y El Salvador.
Notas sobre la muerte en A Love Supreme de John Coltrane
Erick Ramos
Hamburgo, 2019.
A Christian Solano.
1
Hay en los bosques enraizados mares de silencio.
Cortinas iridiscentes que trinan, relámpagos
de sorda muerte, tersos cadáveres soñando con
primaveras, con eternas noches devorándolos gusanamente, y hay
una zarza azul en las alturas de A Love Supreme.
Donde no se oye sino la noche cortar los mares
con anillos, despidiéndose con el dolor
de las estrellas más polares.
Sienta la marcha del viento sobre la herida de los árboles.
Instante donde bate la flor contra la muralla
de los hospitales más lejanos —ahí golpea
la adolescente con la axila
las eternas puertas de la muerte; ahí
se levanta su rubio carácter al sereno abrazo de los cielos.
Considere la posibilidad de que
un saxofón, el más pobre, dé notas abisales
de océano: L´océan sonore, y se desenvuelva
como fuego en la lámpara de kerosén
—una breve llama que invada un corazón de equilibrista
de blancas soledades.
Piense el registro de la sien, cómo
se reconoce la vaca en verbena de campo helado.
En esa dirección va el corazón que se asemeja a un campo de tiro.
El retorno de la muerte en los campanarios olvidados.
Marca el felino la sombra entre los abanicos dorados
de una mujer ciega, orilla y pulmón exuberante.
Escuche entre sus manos nervadas
la pulsación de una criatura de pelaje hirsuto, robusta
garganta y olor a río.
Considere, pues, en la agonía, la melodía demonio
de los paraísos cerrados, de los amantes
tristes, de los paracaidistas que no tienen
donde caer.
Contra el hielo que trenes arrastran, contra
témpanos violetas que se forman flojamente bajo los arcos
de piedra de iglesias bombardeadas.
Contra equinoccios y soles despellejados.
Contra polos abismados en los extremos de una luna.
Contra todo ello lanza Coltrane el pecho —o lo abre,
a la tormenta, la flecha, la ola, los sueños.
A Love Supreme es un lazo de lluvia rodeando una galaxia.
El redoble de su impaciente cometa
es nave de hélices, nostalgia ensamblada
de minerales y selvas, planeando
sobre amores que tiñen
la madrugada de bananos y ecos; ave de piedra
que de pronto en el aire —entre dos panales— es un
silencio eléctrico, una revuelta de aguas.
La tierra es mar en danza y no existe en los
sueños olas que no tiemblen.
Había dicho el poeta: Let it resound loud as the rolling sea.
Así se llena el vacío de la muerte con el cuchillo
nervado, cono metálico de un cántico liberado, hebra
afilada de afán y martirio.
No se olvide: las negras islas de la noche caben todas en una torre.
A Love Supreme es una edificación de la locura.
Arquitectura de innombrables delirios.
Bóveda, columna, decoraciones irreales.
Habite, pues, la recámara alta de esas cenizas.
Deje abierta, por un instante, esas death’s dark door.
Coltrane se refugió entre redobles
de silueta, campana y alboroto.
Peleó la guerra de nadie donde murieron todos
—Life is short but God is long!, dijo el poeta.
Tocando instrumentos ensangrentados entre rebaños de ovejas, contemplando la caída de lluvias y naves, durmiendo
de costado sobre camas podridas de soledad y mareas.
Elevándose el mundo al sol como fuego que destruye, alma
tornada sobre campanarios, laberintos, cuervo surcando la nieve.
Soplando, iracundo, entre vapores de gama dulce.
El pecho encendido, diafragmas y diagramas trazando
un músculo aéreo.
Humanamente el hueso erizado.
Completándose en los abanicos de las muchachas en
verano, sacudiéndose
al beso de sus almas, navegando él solo
bajo vestidos devorados por serpientes.
Hay en el tiempo cadenas de soledad indestructibles.
Vive en A Love Supreme una libertad de segundo, eternidad
entre relojes, historia de pocos.
Pero qué seco es el golpe de la vida, y qué suave
el tintinear de la muerte.
2
Considere la posibilidad de la muerte,
soberana, simiente, cancerbera.
Se escuchan regueros
de noche, enormes crótalos expandiéndose, erizados
pianos multiplicándose, un Génesis apocalíptico.
Se escuchan playas y cometas rompiendo
siluetas de peces y estíos, largas primaveras donde
crecen rabiosas florestas y
coyotes.
Se escuchan abismos, labios cerrándose como nubes y una paz de abeja detenida entre dos soles.
Se escuchan armas curvándose sobre la carne.
The sound of Liberty, dijo el poeta.
Según las horas que dura el vuelo del cuervo albino
de copa en copa, va envejeciéndose el día, y
se hace la muerte de edificios y balcones, de
tendederos y ropa seca; se hace de macetas de plantas invernales que
no mueren al azote del hielo que emanan túneles e iglesias.
Se hace carne de ciegos.
Se hace de salones de baile vacíos, de patios sin
orquesta, de callejones ahogados en la neblina.
Se hace de autopistas y monedas, de baños de monje y
mercado, de infinitos faroles iluminando orines
y cavernas.
A pesar de la cansada furia del sol, se forman
melodías fabulosas de trópicos helados.
Hirvientes selvas o témpanos que croman.
3
Jeder Engel ist schrecklich, dijo el poeta.
El dios de Coltrane es el más hermoso y
el más horrendo.
Soplo que asciende de los infiernos y es
artefacto de purificación y regocijo.
Su poema, salmo de iniciación, es
daga de carbón encendido que corta la noche.
Su figura se reparte entre espejos y
mañanas, plazas donde un corazón se expone a las
tormentas más dulces del trópico.
Dios de condenado, de fúnebre comunión
de quien un dragón devora.
He sang of love when earth was young, advertió el poeta.
Canto de saurio, de tormenta y granizada.
Canto de tribu que danza
alrededor de lobos y lunas.
Coltrane amó a su dios por sobre todas las cosas y lo derribó
con golpes de tundra tumba.
Lo tumbó, como Miguel Ángel, al pie de una bóveda
de piedra.
Tambores de toro y tótem.
Lo destronó tun-tum tun-tum.
Tun-tum tun-tum.
Eternamente, tundra tumba, tambores
y tramoyas, timbales como vientos helados, como
infinito coro de versos y fiebres.
Amor supremo que no alcanza al hombre.
Por eso se le implora, porque una
soledad nos acobarda.
Una sombra de astronauta en tierra, una
llama de acaloradas pesadillas, un
temor de malabarista muerto de hambre.
Una ola inmensa viniendo a la boca, una
noche silente estallando en la aurora, una
muerte de cadáver apetito.
Un miedo a morir sin haber abrazado a la hermana, un
terrible dolor en el pecho por pasiones celestes, una
abyecta irracionalidad de versista sin patria.
Una pirueta sobre océanos, una
transpiración de cerdo, un
enorme túnel en donde el alma se achata.
Mas Coltrane quiso ir a su dios y fue más allá.
Lo glorificó con el amor de los huesos y fue más
etéreo, más piedra que el ocaso.
Dios es nada sin Coltrane.
4
Dios es de la silenciosa noche.
Volando sobre aguas sin nombre,
creando el universo a su diferencia.
Tenue repicar de árboles,
costillas imantadas a la luna, cósmicos
jardines levitando en el alma.
Ah, how poets sing and die!
Muerto es de la inquieta tarde.
¡Oigan, pues, su andanza pobre!
¡Su carnaval entre neblinas!
Revolviéndose bajo estivales tiendas de aldeas lejanas.
El padre duerme mientras la madre atiende
al niño, en el cochecito, intranquilo porque el
tren no cesa de alejarse.
Y es un tren de acongojadas herencias, de tristes
ondulaciones, de conexiones inversas y
estaciones olvidadas.
O black and unknown bards of long ago, how
came your lips to touch the sacred fire?
Tome en cuenta el amor del hombre por lo que
desconoce y alienta su ser desde dentro.
Amor de incógnitas derrotas y sílabas
cargadas de diluvios y delirios.
Amor que se ahuesa bajo tumbas
y se infla de llamas de salmos y murallas.
But love is unworldly, sentenció el poeta.
Amor como las encendidas camas de amantes, rociadas
de pétalos, cristales y cuchillos.
Amor como cajas de cartón llenas de alfileres.
Cisnes surcando lagunas de aguas fosforescentes.
Amor de dioses asesinos, de tribus, de sacerdotes, de naciones
amuralladas de llovizna.
No es solo que los versos vengan, como advirtió el
poeta, du fond de ma détresse violente, sino que
se atropellen en el cóncavo del cielo
de las pasiones insanas y dulces; como misiles
hallados en jardines de parroquias, semas
revoloteando en el fondo de un pozo.
Dios como guerra, dios como padre asesino que ama
poderosamente.
Adviértase aquí el amor de Coltrane
—¡Mi amor humano!—. Su solitaria
espada bajo la lluvia y su fe en
las sagradas sílabas de la muerte.
Su talento para cortar el silencio en partes iguales.
Su destreza de degollador de vacíos,
procreador de fabulosos quetzales.
Más fabulosos que la fauna misma
ensangrentada sobre la mesa del hombre.
Milagrosas bestias poblando simétricamente
la rabia de su soplo piadoso.
Y todo ello, Sweet Blues!
Coming from a black man’s soul?
Demonio dios del estruendo, de secretos
cementerios donde se extienden reinos agusanados.
Coltrane mete la mano al universo y lo expande.
Ya no es más explosión de unidad molecular inexplicable, sino flor
de colores trashumantes, de inestable
sudor, de temblor de sexo en el
ruedo de su quilate, áureas tijeras de sastre arrobado.
Ahí donde tocó Coltrane la tierra —su diamante corazón
sobre dos pies alados—, no hay más que
magia de vasto dominio animal.
Where blew a flower may a flower no more, lamentó el poeta.
Tierra y cielo son una sola trampa.
Cadáveres vestidos de luz
poblando playas de lamento.
Es komme ein Mensch aus dem Grabe.
El amor a dios de Coltrane es el más demoníaco.
Adenda
Si se le pudiera ver en el aire, pájaro
orillado a la luna, sería uno con el vapor de la
primavera que emanan los cementerios.
Sería, además, del mismo elemento que la
lluvia, y haría el mismo recorrido que hace
del mar a la boca. Se convertiría, radiante
en otoño, en hoja libre que nunca
toca tierra.
Trocaría su ejecución imaginaria por voluptuosas
volutas vegetales, y se le vería en el
viento ajustando la luz con manos
heladas de sacerdote alucinado que derriba
muros entre demonios y amantes.
Si existiera real en el reino
de la noche, su melodía acabaría por fin
con el resplandor de la muerte.
Daría, con el corte de un hachazo, con el rojo cóncavo
de sus silencios.
Si se le permitiera salir de las bobinas eléctricas, de
los parlantes duplicados, viviría
sumando las cifras del tiempo a la carne, y sería
toda una presencia de multitudes, de
manadas sedientas, de falsos éxodos
de uno.
Si cobrara vida, corporalidad, su eco
sería aposento de rabias; sería
un individuo indómito, luchador
de espejismos, líder de batallas entre
huesos, dulce ejecutor de tragedias.
Si se levantara de los discos que giran como cuernos
de humo, sabríamos qué peso tendría su sombra, su
soplo, su sable; sabríamos por fin cómo
cantaría su garganta, campanario de piedra,
donde gaviotas horadan
relojes y mañanas.
Reconoceríamos cuán profundo es el
miedo que lo ata a los campos de hielo
donde un fuego danza
bajo tumbas.
Si entonces, quizás, viéramos ahí un involuntario abanico
cerrándose, comprenderíamos cómo
pianos y espejos reproducen el aro del sol de
la misma manera, y los instrumentos de viento son
capaces de cortar árboles desde
dentro, separar aguas, reunir
playas negras con el síntoma
de lo muerto.
Si se dejara de soñar —ay, si se dejara, y
viviéramos el sueño y soñáramos
cada noche la vida real—, nos tocaría la
marcha sonora de la mujer que juega en jardines
con nubes de guerra, con grandes firmamentos
de cadáveres y granito.
Si acaso por un momento, solo un
momento, escucháramos su lamento, su
himno eterno, su música, venceríamos
la muerte y su horrendo
abismo, golpeando los platillos de la tierra con la voluntad del niño.
Si se le pudiera ver en el aire, ¡ay,
volando, y en el vuelo tostándose, y tostándose
muriendo, y muriendo con el soplo
efebo y de pie!
Coltranenografía
A Love Supreme (1964)
Versografía
1, v.17: “Marine”. Paul Verlaine.
1, v.51: “Lift ev’ry voice and sing”. James Weldon Johnson.
1, v.60: “To John Keats, Poet. At Spring Time”. Countée Cullen.
1, v.64: “Tambourines”. Langston Hughes.
2, v.13: “Liberty and Slavery”. George Moses Horton.
3, v.1: “Die Zweite Elegie”. R. M. Rilke.
3, v.13: “The Poet”. Paul Laurence Dunbar.
4, v.7: “Dunbar”. Anne Spencer.
4, v.18: “O Black and Unknown Bards”. James Weldon Johnson.
4, v.26: “Rain”. W. Carlos Williams.
4, v.34: “À une femme”. Paul Verlaine.
4, v.42: “Poema doble del Lago Eden”. F. G. Lorca.
4, v.52: “The Weary Blues”. Langston Hughes.
4, v.64: “And death shall have no dominion”. Dylan Thomas.
4, v.68: “Spät und tief”. Paul Celan.